De la “sociedad del conocimiento” a la “sociedad del afecto” en la perspectiva de la Teoría de la praxis (página 2)
Paradójicamente, dichos autores creen
ingenuamente que la salida a esa "miseria moral,
psíquica e intelectual" que prevalece y crece en el mundo
actual depende de un voluntario cambio de
enfoque en los países con mayor poder
tecnoeconómico, mediante una simple toma de conciencia; se
mantienen en el enfoque "racionalista" que han criticado.
Dicen:
"Mientras se continúe siendo
mentalmente subdesarrollado, se acrecentará el subdesarrollo
de los subdesarrollados. La disminución de la miseria
mental de los desarrollados permitiría rápidamente,
en nuestra era científica, resolver el problema de la
miseria material de los subdesarrollados. Pero es justamente ese
desarrollo
mental el que no logramos superar porque no tenemos conciencia de
él" (Ibíd., p.
131).
Es la tesis
clásica psicoanalítica y psicoterapéutica de
que hacer consciente lo inconsciente es la base de la
superación personal y
colectiva. La toma de conciencia, el darse cuenta, el
conocimiento, la razón, otra vez como el eje de la
vida personal y de la vida colectiva. Lo mismo que se critica a
la "modernidad" y a
la "sociedad
occidental" se asume implícitamente. Así, la
posmodernidad
y el enfoque de la "complejidad" son perfectamente compatibles
con la perspectiva de "sociedad del conocimiento"
propuesta desde un enfoque modernista.
Por ello, ante la falta de conceptos realmente
alternativos para construir un ideario congruente, los
altermundistas no han logrado definir todavía cómo
puede ser ese otro mundo posible del que hablan, y de qué
manera se puede transitar hacia él. Hay una
confusión y una mezcla de conceptos poco articulados, una
gran diversidad de opiniones y tendencias que no han podido
amalgamarse de una manera coherente; sólo queda claro el
rechazo a la forma actual de vida que prevalece en el planeta.
Hay algunos conceptos que unifican las expectativas, pero se
carece de un ideario compartido que pudiera convocar y orientar a
grandes movimientos sociales, capaces de abrir una nueva era. El
consenso ideológico alternativo puede concentrarse en los
siguientes puntos:
1.
Equidad económica mediante la redistribución
de la riqueza (superación de la
pobreza).
2.
Equidad entre géneros.
3.
Paz social (no a las guerras).
4.
Desarrollo educativo y cultural de todos.
5.
Cuidado de los recursos
naturales y de la vida en el planeta.
6.
Respeto e integración de minorías.
Hasta ahora, estos seis puntos constituyen una especie
de carta de buenos
deseos. Por eso los llamados globalifóbicos muestran su
desesperación en las famosas protestas que realizan frente
a cada reunión de los presidentes de los países
tecnopoderosos; lo que tuvo un momento culminante con el
impactante suicidio del
presidente de la Liga Campesina Coreana, Kyunghai Lee, durante la
cumbre de la Organización Mundial de Comercio realizada
en Cancún en septiembre de 2003. Ni siquiera eso ha
propiciado la sensibilización, el cambio de mentalidad o
la toma de conciencia social de los presidentes y
políticos neoliberales.
De ahí también la importancia de los Foros
Sociales Mundiales realizados cada año desde
2001:
"En 1998 el movimiento
norteamericano "Public
Citizens" y el
periódico francés "Le Monde
Diplomatique" divulgaron la propuesta del
Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) que se
estaba negociando secretamente en el marco de la OCDE. Este
acuerdo concebía la libertad total
de movimiento de capitales a nivel mundial sin ningún tipo
de restricción política, social o
medioambiental. Era la creación de una verdadera "Constitución" del capital al
margen de la sociedad. Consiguieron sensibilizar a la opinión
pública y finalmente Francia
abandonó las negociaciones y el tratado no se
firmó.
"Desde entonces, donde los poderosos del
planeta se reunían a hablar de finanzas,
comercio,
pobreza,
medioambiente…, comenzaron a surgir movilizaciones sociales y
foros paralelos que protestaban por su cinismo e inoperancia
frente a los problemas de
la humanidad. La consecuencia inmediata fue que se forjó
la conciencia sobre la importancia de una sociedad civil
mundial articulada que luchase por globalizar la solidaridad y la
justicia.
"Pero el movimiento por
una globalización
alternativa necesitaba pasar de ser un
grupo de
descontentos a tener una dinámica más propositiva y encontrar
otras respuestas a la situación actual y al neoliberalismo. Eso llevó a plantear la
realización en el 2001 de un foro de encuentro alternativo y
con dinámica propia al Foro Económico que se
venía realizando en la ciudad de Davós
(Suiza)… El Foro Mundial no nació con la
intención de ser un ámbito deliberativo,
representativo, o un poder alternativo; sino más bien como
punto de toma de contacto, conocimiento, intercambio de
experiencias y de creación de redes entre los distintos
movimientos sociales que están trabajando en los distintos
rincones del planeta, buscando democratizar la economía, devolver el protagonismo a lo
humano, y hacerlo desde el ámbito local de sus pueblos o
ciudades" (Somos mundo,
2002).
Sin embargo, los resultados alcanzados en esos
importantes foros se reseñan en la siguiente
autocrítica:
"También se le critica (al Foro
organizado) la falta de desarrollo de alternativas concretas. Se
teme que siga siendo sólo foro de descontentos. La
grandísima variedad de grupos y la
estructura
actual horizontal pueden favorecer la inconcreción y
dispersión. Pero lo que sí es cierto es que este
Foro ha generado un reforzamiento del movimiento solidario
mundial. Iniciativas como ésta se están empezando a
dar a niveles más regionales y locales. La necesidad real
continúa: hace falta un cambio, este sistema es
insostenible y está lleno de agujeros y… (no) lo
pueden ocultar. Es más: interesa ese cambio"
(Ibíd).
En efecto, hace falta la elaboración de conceptos
y proyecciones que permitan hilvanar alternativas realistas,
concretas y eficaces. En la medida en que esos conceptos y
proyecciones estén ausentes, los movimientos sociales
tienden a ser brotes de inconformidad relativamente pasajeros.
Cuando algunos de los críticos del neoliberalismo llegan
al poder
ejecutivo y legislativo por la vía electoral,
fácilmente caen en prácticas similares a las
anteriores, con algunos matices de sensibilidad social que, en
esencia, mantienen un enfoque conceptual muy parecido al que
critican. Al menos eso es lo que ha sucedido hasta ahora con
muchos de los gobiernos "socialistas" o "de izquierda" en cada
país. El paternalismo gubernamental y la falta de una
sociedad organizada y participativa se mantienen en casi todos
los casos; no hay cambio social esencial, aunque haya algunas
medidas paliativas de la pobreza y la inequidad.
Lo que sí puede resultar una gran novedad en esta
primera parte del siglo XXI es la posibilidad cada vez más
cercana de la unificación de América
Latina, cuyo impacto mundial puede ser de grandes dimensiones
en todos los ámbitos, constituyendo así un punto de
referencia fundamental. Por eso urge construir los marcos de
referencia conceptual que contribuyan a dar cauces alternativos
al desarrollo social
y ayuden al alumbramiento de esa nueva etapa.
El primer paso es romper la inercia del colonialismo
intelectual, especialmente en el ámbito científico.
En el caso de la psicología, esa es la
razón de ser de la Unión Latinoamericana de
Entidades de Psicología (ULAPSI). Dialogar con los
psicólogos y científicos de todo el mundo,
especialmente con los demás psicólogos y
científicos latinoamericanos. Intercambiar puntos de
vista, atrevernos a proponer alternativas teóricas,
prácticas, metodológicas, y polemizar con franqueza
y apertura. Eliminar la sumisión a autores, conceptos y
técnicas; tomarlos como materia prima
para producir conceptos nuevos.
En este trabajo,
frente al proyecto de la
"Sociedad del Conocimiento" planteada por Peter Drucker (1999),
concebida como la sociedad post-capitalista, con base en los
avances
tecnológicos de la cibernética y la llamada "Era de la
información" postulada por Castells (1999),
queremos proponer el proyecto alternativo de la "Sociedad del
afecto" para poner énfasis precisamente en el aspecto
más descuidado por la vida moderna y, en general, por las
sociedades
occidentales, el cual -sin embargo- parece tener su mayor reserva
precisamente en América
Latina.
"Era de la
información" y "Sociedad del
conocimiento"
En La sociedad red
(1999), como parte de la Era de la
información, Castells compara el
posible cambio social efecto de la tecnología informática con el impacto que tuvo en su
momento la revolución
industrial.
Drucker (1999) distinguió la "información"
del "conocimiento", poniendo énfasis en la capacidad de
interpretar y usar la información de manera pertinente,
por lo que consideró a "la sociedad del conocimiento" como
una aspiración a partir de la "era de la
información". La "sociedad del conocimiento" propuesta por
este autor implica la posibilidad de que todos, o al menos la
gran mayoría de los seres humanos, tengan "igualdad" de
oportunidades educativas para procesar la información
disponible, "con espíritu crítico".
Castells considera que la "Era de la información"
se caracteriza por estar centrada en las tecnologías
digitales de información y comunicación vinculadas a una estructura
social "en red" en los diferentes
aspectos de la vida humana a nivel planetario, abriendo cauce al
fenómeno de la "globalización". El propio Castells
señala que éste es un proceso de
transformación multidimensional que a la vez es incluyente
y excluyente en función de
los valores e
intereses dominantes en cada organización social. Sin embargo, considera
que la "sociedad red" conlleva grandes potencialidades de
emancipación y relativa "independencia"
dentro del proceso de la
globalización, en la medida en que la
información y la comunicación pueden tener diversos
cauces, sin que sean monopolizadas o controladas por un grupo o
clase
social.
Según Castells (Op.
Cit.), los "modos de desarrollo
tecnológico" son dispositivos a través de los
cuales el trabajo
actúa sobre la materia para
generar producto. Cada
modo de desarrollo se define por el elemento que es fundamental
para fomentar la productividad en
el proceso de producción:
1.
En el modo de desarrollo agrario la fuente del aumento del
excedente es el resultado del incremento cuantitativo de mano de
obra y recursos
naturales (sobre todo tierra
cultivable) en el proceso de producción.
2.
En el modo de producción industrial, la principal
fuente de productividad es la introducción de nuevas fuentes de
energía y la capacidad de descentralizar su uso durante la
producción y los procesos de
circulación.
3.
En el nuevo modo de desarrollo informacional, la fuente de
la productividad es la tecnología para la
generación de conocimiento, el procesamiento de la
información y la comunicación de símbolos.
El autor aclara que el conocimiento y la
información son elementos decisivos en todos los modos de
desarrollo, pero lo que es esencial en el modo de desarrollo
informacional es la acción
del conocimiento sobre sí mismo como fuente de
productividad prioritaria. Cada modo de desarrollo posee asimismo
un principio de actuación estructuralmente determinado,
alrededor del cual se organizan los procesos tecnológicos:
el industrialismo se orienta hacia el crecimiento
económico; el
informacionalismo se orienta
hacia el desarrollo tecnológico, es decir hacia la
acumulación de conocimiento y hacia grados de complejidad
más elevados en el procesamiento de la información.
Si bien, grados más elevados de conocimiento suelen dar
como resultado grados más elevados de producto por unidad
de insumo, la búsqueda del conocimiento e
información es lo que caracteriza a la función de
la producción tecnológica en el
informacionalismo.
En La sociedad red
(1999), Castells analiza el proceso de globalización
que amenaza con hacer prescindibles a los pueblos y países
excluidos de las redes de la información. Hace notar
cómo, en las "economías avanzadas", la
producción se concentra en un sector de la población educado y relativamente joven,
así como concibe que la estructura social tenderá a
fragmentarse extremadamente como consecuencia de la
flexibilización e individualización del
trabajo.
La "sociedad de la información" y "la sociedad
del conocimiento" consideran que la ciencia y
la tecnología, utilizadas racionalmente, irán
solucionando los principales problemas de la humanidad. A quienes
critican algunos de los usos de la tecnología se les
considera como la resistencia
oscurantista al cambio social.
Un nuevo tipo de capital, el de la información o
el conocimiento, supuestamente implicarían la
superación de la "sociedad capitalista" o "sociedad
industrial", con lo cual se entraría a una nueva era de
organización social sin los sobresaltos y las rupturas
revolucionarias que acompañaron el inicio de la "era
industrial".
Quienes se adhieren a la idea de la "sociedad del
conocimiento" convocan a la educación y
actualización permanentes, ante la vorágine de la
evolución tecnológica, y suelen
recordar que en el mundo se producen una gran cantidad de
artículos científicos cada segundo, haciendo notar
la gravedad del "neoanalfabetismo" de aquellos que no se monten
plenamente en ese oleaje continuo de información
novedosa.
Como parte de esa tendencia "conocimientista" todo se
evalúa y se gestan estándares internacionales para
medir el subdesarrollo y la marginación; todo es "competitividad", "competencia",
"productividad", "tecnología avanzada o de punta",
"calidad",
"calidad total",
"modernización". Todo esto basado en la idea de que hay
países muy desarrollados y otros subdesarrollados. Los
"desarrollados" supuestamente son el modelo a
seguir, por lo cual imponen palabras, conceptos,
estándares de evaluación, estilos, patrones de comportamiento.
La gran aspiración de todavía muchas
personas en América Latina (y en otros países con
situaciones similares) es tratar de que su país se asemeje
a Estados
Unidos, a Japón,
a Alemania o a
España.
Los Tratados de
Libre Comercio
entre países pobres y países ricos pretenden anular
fronteras para las mercancías y para el capital, favorecer
su globalización: "que la competencia sea libre", "que se
anulen los subsidios de los estados nacionales". Pero
-paradójicamente- se proponen levantar más barreras
para el libre tránsito de las personas.
Los países supuestamente desarrollados son
autores de guerras injustificadas y crueles. Violan
soberanías nacionales y derechos humanos,
cometen fraudes de todo tipo. Tienen los índices de
violencia
interna más altos, así como también se
caracterizan por graves problemas de salud corporal y
psicológica. Por ejemplo, a Estados Unidos se le considera
un país desarrollado y a México
como un país subdesarrollado: Pero, a pesar de que la
población estadounidense es casi el triple de la
población mexicana, el número de suicidios es 15
veces mayor; el número de asaltos en México es la
décima parte que en Estados Unidos, donde se roban casi 7
automóviles por cada uno de los que se roban en
México. Los delitos contra
la salud relacionados con la compraventa de drogas,
según el propio gobierno
estadounidense, tienen una proporción de 22 a 1 respecto a
México. Los homicidios con
arma de fuego en la Unión Americana son más del
doble que los que ocurren en México. Las violaciones
sexuales registradas en Estados Unidos son casi siete veces
mayores a las que se registran en México. Las muertes de
mujeres por cáncer de seno, así como las muertes
por infarto de
ambos géneros, son 9 veces mayores en el país
más rico del planeta. El 17% de la población
estadounidense padece depresión
primaria, más del doble del 8.4% que reportan los estudios
realizados en México (Ver cuadro).
Estados Unidos México
Población total 300,836,0001
107,000,000
Suicidios 30,4842 1,9553
Asaltos 2,238,480 255,179
Robos de auto 1,147,300 158,801
Delitos contra
La salud (drogas prohibidas) 560.1 por cada 100,000 24.7
por cada 100,000
Homicidios con arma
de fuego 8,259 3,589
Violaciones 89,110 13,0614
Muerte por cáncer
de seno en mujeres Más de 40,000 por año
4,500 por año5
Diabetes 6.3%6 a 7%7
10.9%8
Obesidad 30%9 27.7% de mujeres
199910
Muerte por infarto >325,000 por
año11 y 12
35,00013
Depresión primaria 17%14
8.4%15
Lejos de representar el "desarrollo" humano, Estados
Unidos y otros países poderosos representan la decadencia
de la vida humana. Hay que evitar seguir ese modelo. Algo
está mal en los conceptos que guían la vida de los
países "ricos" y desde dentro de ellos parece
difícil que lo puedan comprender cabalmente. En lugar de
aspirar a ese tipo de
pseudopoder
tecnológico es necesario generar otras formas de
poder auténtico que lo
rebasen y que conduzcan a la elevación de la
satisfacción de vida de los seres humanos. El mestizaje de
América Latina, sus profundas raíces culturales, su
gran cantidad de recursos naturales y sus grandes necesidades
sociales, pueden ser el caldo de cultivo desde donde se generen
nuevas posibilidades sociales.
El propio Castells, en El poder de la
identidad (1999), argumenta sobre la
importancia de la identidad
cultural, religiosa y nacional como fuente de significado para
los individuos, así como la relevancia de esto en los
movimientos sociales. Ante el poder de la información en
la "globalización" tecnológica surge otro poder que
aprovecha las redes de comunicación para potenciar su
impacto: la identidad cultural. Analiza el significado de las
movilizaciones populares contra la globalización, la
gestación de proyectos
alternativos de organización social como los que
representan el movimiento ecologista y el feminista, así
como considera que el Foro Social Mundial originado en Porto
Alegre emerge como una de las formas más novedosas de
organización activista global en red
(Castells,2005).
En efecto, las redes y las nuevas
tecnologías constituyen también una nueva
posibilidad de contacto, comprensión y afecto entre seres
humanos. Por las redes circulan publicidad,
propaganda y
ofensas, pero también es notoria la expresión de
muestras de afecto y solidaridad, felicitaciones de
cumpleaños y mensajes fraternos o amorosos, así
como permiten compartir ideas, proyectos y el desarrollo de
organizaciones
independientes y alternativas.
¿Saber es
poder?
Con el concepto de
"sociedad del conocimiento" se enfatiza la promoción de una idea falaz que
surgió con el capitalismo:
"la persona que
estudie y se informe
tendrá las mejores oportunidades
económico-sociales". Con la volatilidad informativa, se
puede esgrimir siempre la excusa de que alguien no ha tenido esas
oportunidades anheladas porque le falta actualizarse en tal o
cual tema. Perseguir más y más "conocimiento" como
zanahoria inalcanzable. Quien acepte e incorpore esencialmente
los conceptos de Castells y Drucker (aunque no conozca a los
autores) es esperable que tenga una vida progresivamente
desgastada, con estrés e
irritabilidad crecientes y con la disminución progresiva
de espacios para la recreación, la charla, la convivencia. La
desolación progresiva y generalizada, diversas formas de
neurosis, son el
efecto directo de la ideología del conocimiento y la
información. Aumentos en la violencia
social e intrafamiliar, drogadicción–narcotráfico, depresión y suicidios
son efectos lógicos que se incorporan para crear un
clima cada vez
más decadente.
En medio de la "sociedad de la información" y la
posible "sociedad del conocimiento" crece el rechazo a la
escuela y al
saber. Cada vez más se busca la apariencia por parte de
docentes
socialmente devaluados y laboralmente desgastados, presionados
por las evaluaciones y la competitividad a que se ven sometidos,
lidiando con escolares con graves lagunas formativas que se han
acostumbrado a obtener calificaciones sin que la mayoría
le encuentre sentido vivo a los supuestos aprendizajes escolares.
Los docentes se quejan cada vez más de la
desmotivación que encuentran en sus alumnos.
"Saber es poder" es la frase que repiten una y otra vez
quienes se adhieren a la perspectiva de la "sociedad del
conocimiento". Esa frase lleva implícita la idea de que es
necesario saber para evitar quedarse atrasado y resultar
marginado; según este punto de vista, la pobreza y la
marginación son producto de la ignorancia. Al mismo
tiempo, se
propaga la idea de que "quien sabe más tendrá
más poder", por lo que hay que competir por saber
más que los demás y, por tanto, cuidarse de que
otros tengan el mismo acceso al conocimiento. Hay que ocultar la
información para evitar ser rebasado. Se promueve una
competencia por el saber y por el poder como algo natural e
inherente a la vida.
Sin embargo, los poseedores de los más "avanzados
desarrollos tecnológicos", sólo son aparentemente
poderosos, pues no pueden consigo mismos. La violencia, la
guerra, el
sometimiento de los otros, que suelen tomarse como indicadores de
"poder", bien analizados resultan esencialmente lo contrario:
"no-poder". Así como el docente autoritario es el que no
logra despertar el interés de
sus alumnos y tiene que recurrir a amenazas y sanciones para
mantener la "disciplina",
la guerra y toda expresión de violencia física constituye la
confesión manifiesta de la incapacidad para convencer:
no-poder.
Kant (1785/1980 y 1788/1980) reflexionó acerca de
la posibilidad de que los seres humanos llegaran a la "paz
perpetua" si eran capaces de usar la razón para
desarrollar una vida ética
aplicando el imperativo
categórico:
"Obra sólo según una
máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne
ley universal"
(Kant, 1785/1980;
p. 39).
Kant señala que sólo se puede ser
ético cuando se actúa en función de la
propia razón o lo que él llama "el deber",
superando las inclinaciones. Lo que Kant no pudo entender es que
si una persona prefiere actuar por deber y no por un deseo
específico, esto representa también y
necesariamente otra determinada inclinación, es decir, un
fuerte deseo de actuar racionalmente y hacer lo
debido. Es un juego de
fuerzas emocionales las que definen que una persona haga una u
otra cosa y no "el conocimiento" formal, que en el fondo y por lo
mismo es un "conocimiento parcial".
Si una persona cambia su manera de actuar en
algún aspecto debido a una explicación, esto se
debe a que ha logrado producir en su dinámica semiótica un sentimiento nuevo que resulta
de mayor fuerza que
otros sentimientos contrapuestos o inerciales. Una
explicación racional puede contribuir a ello cuando ya
existen las condiciones emocionales que permitan el efecto
emocional positivo del concepto explicado; pero es equivocado
suponer que las personas generalmente actuaran de diferente
manera al recibir una explicación lógico-semántica. Un alcohólico no
dejará su adicción sólo por entender los
daños que esa práctica le causa. Quienes logran
superar una adicción lo hacen por uno o dos motivos: un
fuerte sentimiento de miedo y/o la experiencia de una gran
alegría y serenidad mayor que la lograda al utilizar la
sustancia tóxica. Sin embargo, el temor tiene efectos
colaterales indeseables: inseguridad,
inmovilidad, estrés, etc.; por lo que para
elevar al mismo tiempo la salud corporal y la
motivación positiva de una persona se requiere que
pruebe las satisfacciones de haber alcanzado metas individuales
y/o colectivas cuyo valor comparte
con otros seres humanos emocionalmente
importantes.
Lo mismo sucede con los grupos, las organizaciones y la
sociedad toda. No cambiarán por simples explicaciones si
éstas no se vinculan a procesos vivenciales distintos que
impliquen la ampliación de la vida afectiva y la
superación continua de retos individuales y
colectivos.
Kant (Op. cit.), Rousseau
(1762/1984) y Hegel (1817/1988)
coincidieron en considerar que la voluntad colectiva se sintetiza
en el Estado
democrático con sus leyes y sus tres
poderes, por lo cual éste constituiría el camino
para alcanzar el mayor bienestar social. Marx (1844/1962)
cuestionó ese concepto al hacer ver que el Estado y las
leyes son un instrumento de poder de unos sobre otros, una
dictadura; por
lo cual propuso el concepto de "lucha de clases" como "motor de la
historia";
concibió que la lucha de los desposeídos contra los
poseedores, el sometimiento de los poseedores o "dictadura del
proletariado" (socialismo), era
el camino para llegar a la sociedad "sin clases" en la que el
espontáneo interés individual no resultara
contrapuesto con el interés de la colectividad, sino
más bien el punto de vista colectivo e individual
tendieran a fusionarse (Marx y Engels, 1848/1973).
El "socialismo real" del siglo XX interpretó esa
idea marxista como si se tratara de suprimir la individualidad
para someterla a los intereses de la colectividad. Hasta la
fecha, para muchos resulta muy difícil entender la
posibilidad de que una persona se sienta absolutamente libre y
espontánea coincidiendo con los intereses colectivos.
Estamos demasiado acostumbrados a lo contrario. El deber se
percibe como opresión o autocontención, son pocos
los que hacen casi todo lo que se les antoja sin afectar los
intereses de otros, porque lo que les nace espontáneamente
es algo también bueno para los demás. ¿De
qué depende esta posibilidad? ¿Del
conocimiento?
Lo
afectivo es lo efectivo
Contrariamente a Kant, Nietzsche
(1886/1999) cuestionó la preeminencia de la razón
en la vida humana, proponiendo a la "voluntad de poder" como eje
alternativo de la vida. Critica la mediocridad, decadencia y el
nihilismo de
la humanidad y avisora la emergencia de una nueva especie: el
superhombre. Contra el sometimiento al "deber" con base en la
razón postulado por Kant, Nietzsche concibe al superhombre
(1888/2002) como aquel que no se somete sino a sus pasiones y
deseos, superando la hipocresía y la mediocridad de los
"rebaños" humanos. Por ello, se opone totalmente a la
democracia y
al cristianismo.
Convoca a quienes tengan la capacidad de entenderlo a una nueva
forma de conocimiento no-racionalista, a un intercambio vital de
experiencias, deseos, aspiraciones, imaginaciones,
etc.
Nietzsche concibió "una voluntad de poder" tanto
en los seres vivos como en la "materia inorgánica", todo
es producto del juego de fuerzas o voluntades en la que una
tiende a prevalecer sobre las otras. El hombre y el
superhombre, así, son producto de la voluntad de poder y
no lo inverso. La categoría de superhombre radica en la
posibilidad de dar un mejor cauce a dicha voluntad; pero acceder
a ese nivel no depende de la elección o la decisión
"consciente" de una persona. La nueva especie se forjará
en el proceso de transvaloración de los valores,
gestando nuevos valores para hacerlos prevalecer
(Nietzsche,1878/1996).
En la Teoría
de la praxis se
retoma parte del pensamiento
nitzscheano y su convocatoria implícita a la grandeza y a
la superación de la mediocridad y la decadencia humana.
Sin embargo, el hueco de la filosofía
de Nietzsche radica en un punto que -paradójicamente-
comparte con el cristianismo: una visión individualista
que no capta con suficiente claridad la manera en que un individuo
-como dice el propio Nietzsche (1886/1999)- es "dividuum", es
decir, que cada persona es solamente la síntesis
de afluentes históricos, que en su individualidad integra
a los demás a la vez que ella misma se inserta en la
historia de esos otros.
Los hombres y mujeres nuevos sólo pueden surgir
de la integración emocional con la historia, con la
colectividad; del "sentir como propio lo que le sucede a otros" y
sentir que se inserta emocionalmente en la vida de los
demás (Murueta, 1996; Murueta, 1999). Este es el
sentimiento de trascendencia que despierta en cada individuo
cuando sus acciones
rebasan la búsqueda de beneficios unipersonales. La
trascendencia emocional es un
factor motivacional de gran fuerza que no ha sido considerado en
las teorías
de la motivación porque los teóricos
sólo han concebido motivaciones individualistas:
bioligicistas (Freud, Skinner,
Watson, Pavlov, Hull), esquemáticas (Maslow) o
"conscientes" (Rogers, Frankl, Fromm).
El camino hacia un mundo superior al actual pasa por la
intensificación de la vida afectiva en las parejas, entre
los padres y los hijos; por el desarrollo de amistades profundas
y estables; por la integración emocional de los equipos de
trabajo; por el vínculo emocional dentro de las
instituciones,
en cada comunidad o
región, por afinidades diversas, país por
país, entre países afines y disímbolos, en
la humanidad toda. Los vínculos afectivos son el
único antídoto real para el abuso y a la corrupción, conforme se intensifica la vida
afectiva genera confianza, seguridad,
serenidad y entusiasmo para impulsar y compartir proyectos. Las
organizaciones políticas
que pretendan contribuir al cambio social efectivo para lograr un
mundo fraterno, podrían poner en primer plano de su
actividad la construcción de organizaciones propositivas
y realizadoras de posibilidades; en lugar de luchar "contra" los
adversarios, es necesario
rebasarlos, tomar la
iniciativa y que los conservadores -en su caso- sean los
opositores a la
gestación de la nueva sociedad que surge paulatinamente
aquí, allá, en todas partes.
Las relaciones afectivas constituyen el verdadero poder
y el eje de los procesos económicos. La sociedad
occidental, el capitalismo y el modelo actual de
globalización, menosprecian y combaten el vínculo
emocional, lo consideran un peligro. Para que el sistema
capitalista funcione se requieren menores índices de
cohesión, más impersonalidad, concebir a los
demás como medios para
extraerles determinados beneficios. Pero hay muchas
demostraciones de que un equipo, un grupo, un país,
cohesionado, integrado emocionalmente, logra niveles de
productividad mucho mayores que aquellos en los que cada uno
dedica tiempo y esfuerzo a cuidarse de los
demás.
El reto es combinar organización y afectividad,
porque hasta ahora son aspectos aparentemente incompatibles.
Quienes desarrollan mayor sensibilidad afectiva pueden caer en la
sobreprotección de los otros, en la sobrerresponsabilidad
o en la recíproca dependencia emocional, porque la
sociedad actual prácticamente no tiene educación emotiva, es
decir, organización emotiva. Casi no se sabe cómo
dar cauce a los procesos emocionales y se dejan a la deriva,
siendo presas fáciles de interesados cazadores
publicitarios y propagandísticos.
Las teorías de las emociones y de la
afectividad se muestran limitadas en su comprensión de los
fenómenos humanos actuales y, especialmente, dicen poco
sobre cómo pueden generarse vínculos emocionales
estables, acerca de cómo puede producirse la amistad y
cómo profundizar los amores filiales y de
pareja.
Como germen de la nueva sociedad se necesita generar y
desarrollar una "tecnología afectiva" que propicie enlaces
progresivos entre quienes buscan la justicia, para elevar su
poder de con-vocar a muchos más. El verdadero poder no lo
da un cargo público ni el dinero. El
poder en esencia significa "poder hacer". El poder efectivo de
una persona o de un grupo debe medirse por su capacidad de
convocatoria y de organizar los variados intereses y esfuerzos de
los convocados.
Cuantos esfuerzos actuales se desgastan por falta de
integración afectiva entre los seres humanos: hay que
"vigilar y castigar" (Foucault, 1996),
porque los otros constituyen amenazas latentes o chivos
expiatorios. Cuántas horas de esfuerzos y vidas humanas,
se gastan en hacer y usar armas, así
como sistemas de
vigilancia, de represión y reclusorios. Cuántos
problemas de salud y cuántas muertes son causadas por el
estrés en las ciudades; cuántas parejas rotas por
la rutina y las presiones; cuántos niños y
adolescentes
crecen sin respaldo afectivo suficiente; cuántas
venganzas, reproches e insultos; cuánta monotonía;
cuántas muertes prematuras.
Toca a los artistas de todos los géneros y a los
científicos de todas las áreas, especialmente a los
psicólogos, producir los símbolos y técnicas
necesarios para contribuir a la expansión y profundidad de
los afectos (Gramsci, 1975). Despertar en muchos el
poder para construir un
sueño colectivo posible: la sociedad del
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Autor:
Marco Eduardo Murueta
servidor.unam.mx
UNAM Iztacala; presidente de la
Asociación Mexicana de Alternativas en
Psicología
(AMAPSI)
URL: www.amapsi.org
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